JAKE BUGG
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Jake Bugg

16 de Marzo

TEATRO VORTERIX

 

 Luego de su exitosa presentación en la primera edición de Lollapalooza Argentina, que lo trajo por primera vez a nuestro país, Jake Bugg regresa a Buenos Aires para presentar su último trabajo de estudio, “On My One”.

El cantautor británico se presentará el lunes 16 de Marzo en el Teatro Vorterix.

 

Entradas a la venta a partir del 7 de diciembre en www.allaccess.com.ar y puntos de venta a $950 + Service Charge.

 

Preventa exclusiva Santander Río Select del 7 al 13 de diciembre inclusive.

Preventa exclusiva Santander Río del 14 al 20 de diciembre inclusive.

 

Con tarjetas Santander Río disfrutalo en cuotas sin interés.

 

También podés comprar las entradas en efectivo en los puntos de venta.

 

Originario de Clifton, en el Reino Unido, Jake Bugg, ha construido una sólida carrera que comenzó a los 12 años cuando aprendió a tocar la guitarra. Inspirado por grandes artistas como Don McLean, Johnny Cash o The Beatles, comenzó a componer sus propios temas dos años después. Su espíritu inquieto y creativo lo lleva a dar sus primeros shows en su colegio y clubs de la localidad. En 2011 la perseverancia rindió frutos y firmó su primer contrato con la discográfica Mercury Records.

De entonces a la fecha ha lanzado tres álbumes de estudio: “Jake Bugg” (2012), “Shangri La” (2013) y el reciente “On my one” (2016). Los tres estuvieron en el top 5 en el Reino Unido y lo hicieron merecedor a múltiples nominaciones incluyendo premios BRIT, Ivor Novello y Mercury Music Prize. Con tan solo 22 años ha compartido escenario con Noel Gallagher, The Stone Roses y The Rolling Stones, ofreciendo conciertos en diferentes latitudes, desde Japón, Australia, Estados Unidos y desde luego América Latina.

 

BIO:

 

En Nottingham, la ciudad natal de Jake Bugg, es habitual decir “on my one” en vez de “on my own” (por mi cuenta). “Como en ‘¿por qué me dejas por mi cuenta?’ explica Bugg. “Es sólo algo que decimos en Nottingham. Pero en muchos modos resume este disco porque he sido mayormente yo sólo por mi cuenta. El primer álbum donde yo he escrito todo y he producido mucho de él también. Hay algunos temas con otros músicos pero en la mayoría soy yo tocando todos los instrumentos, incluyendo bajo y batería. Una apropiada banda de un solo hombre. Así que ha sido un proceso bastante solitario”. 

 

Escrito y dirigido cuando Bugg todavía tenía 21 años, “On my one” es el testamento más fuerte que ha habido de este talento, uno de los más prodigiosos cantantes y compositores británicos que ha emergido en los últimos cinco años.  El increíble asenso de Bugg empezó en 2012 cuando su auto-titulado álbum debut entró en las listas de UK como número uno (a los 18 años, haciéndolo el artista masculino británico más joven en conseguirlo), vendiendo un doble platino y nominado al Mercury Music Prize. El éxito sólo aceleró el impulso creativo de Bugg, lanzando otro disco doce meses después, el rico en texturas Shangri La de 2013, grabado en Malibu con Rick Rubin. Ese álbum volvió a llevar a Bugg al top cinco, haciéndole ganar su segunda nominación a los Brit Awards, un show en el Royal Albert Hall en Londres y una gira por estadios del Reino Unido, finalizando con un show sold-out en el Alexandra Palace. Entre sus variadas colaboraciones, sus álbumes proveyeron a Bugg con unos cimientos invaluables – así que cuando el tiempo llegó de hacer su tercero, estaba listo para hacerlo solo. 

 

“Tenía 18 y 19 años haciendo mis primeros dos álbumes”, dice Bugg. “Trabajé con muchas personas realmente buenas, productores y escritores, y aprendí mucho de ellos, ya sea en el estudio o sólo ayudando con ideas para canciones. Lo veo como que hacer esos discos fue mi versión de ir a la universidad, mi educación musical. Cuando terminé la gira de Shangri La al final de 2014, ya había decidido que me iba a tomar un año completo para hacer el siguiente álbum y hacerlo completamente por mi cuenta. No estaba tratando de probar nada, era sólo por mi propio bien. Lo vi como el siguiente paso lógico en mi desarrollo como cantautor. Era un reto, algo que sentía que tenía que hacer”.

 

Grabado en Londres, Los Ángeles y su nativo Nottingham, “On my one” le dejó espacio a Bugg para parar y tomar consciencia de su vida por primera vez desde embarcar en un ciclo inquebrantable de grabaciones y giras en su adolescencia. Como dice en la canción que abre el disco, “Tres años de gira / Cuatrocientos shows / ¿A qué llamo hogar? / No hay lugar a donde ir”. Eco del silbido de Ramblin’ Man de Hank Williams y a través de la tormentosa autobiografía blusera de Bugg, “A poor boy from Nottingham”, la propuesta del álbum podría fácilmente llamarse “The loneliness of the long-distance troubadour”. “Un día tomé mi guitarra, empecé a tocar y esas palabras surgieron tal como estaban”, dice. “Hay mucho de ese sentimiento en el álbum, por lo que funciona como título. Es un disco solitario en más de una forma. Pero esas son siempre mis canciones favoritas, las tristes y oscuras”. 

 

Ninguna canción es más triste u oscura que “The love we’re hoping for”, un seductor lamento acústico que conjura las vibraciones de la cosecha vintage de Neil Young. ¿O tal vez no? “En realidad fue Ozzy Osbourne”, se ríe Bugg”. “Me estaba quedando en las suites Le Parc en West Hollywood, el hotel donde Ozzy se quedó en su cuarto volviéndose loco por tres meses sin irse. Debe haber habido algo en el aire, ya que estaba en un cuarto oscuro y escribí una canción oscura. Se trata de una persona específica que no quiere salir afuera y mantiene sus cortinas bajas. Pero pienso que todos tenemos días en que nos sentimos así, por lo que podría haber sido cualquiera”.

 

Una contrastante sombra de soledad más dulce puede ser encontrada en “All that”, una tierna balada de barcos que pasan en la noche. “Se trata de ver diferentes lugares donde viven chicas, y los tipos de lugares donde aspiran a vivir. El sueño de tener una casa perfecta al lado del océano”. El cariño innato que Bugg tiene por el folk, blues y country también vibra a través del infeccioso “Livin’ up country”, el boom de “Put out the fire” y el final de “Hold on you”. “Estaba escuchando mucho country viejo, como “The Louvin Brothers”. Esas canciones son divertidas de tocar y es bueno tener algunas que te lleven a mi material anterior. 

 

El groove dramático de “Gimme the love” es la primera de esas sorpresas placenteras, una vorágine de baterías y guitarras funky. “Es acerca de la industria musical. Siempre he sido un poco amargo y cínico con respecto a la música pop contemporánea, así que es parcialmente acerca esa frustración, deseando que sea mejor. Y también es un poco un chiste interno ya que mi discográfica me dijo que me vaya y escriba un nuevo corte. Así que fui a casa en Nottingham y pensé ‘Bueno, ¡voy a escribir una acerca de ustedes!’”. La misma sesión también produjo la creación más audaz de Bugg hasta el momento, el rap-blues “Ain’t no rhyme”. “Fue una idea que tuve, esta cosa hip hop con un groove de guitarra. Lo grabé conmigo rapeando, siempre pensando que iba a incorporar a alguien más para reemplazar mis vocales, pero terminó quedando como estaba. El rap es acerca de dónde soy, Clifton en Nottingham, de donde también canté mucho en mi primer álbum y no ha cambiado. Cada vez que volvés no podés evitar las historias de horror y el apuñalamiento que también salió en las noticias, entonces lo escribí mientras estaba allá y las cosas estaban sucediendo”. 

 

Igualmente inesperadas son las conmovedoras “Never wanna dance” y “Bitter salt” (con el solo eléctrico de Bugg inspirado en “Jefferson Airplane”), ambos grabados en Los Ángles con Jacknife Lee. “Él fue bueno al añadir cuerdas y diferentes sonidos a las canciones que ya había escrito”, dice Bugg. “’Bitter Salt’ fue grabada como algo folk pero después me fui y volví al estudio el día siguiente y Jacknife había puesto todos esos sintetizadores bailables arriba de eso. No era como había imaginado que iba a resultar, pero sonaba genial y lo mantuvimos”. Lee también propuso la escena para “Love, hope and misery”, una balada clásica pop que mezcla la lúgubre melancolía de Abba con el melodrama de Gene Pitney. “Yo quería algo con un estribillo pop épico porque no había hecho nada como eso antes. Del estilo de las líneas de Nilsson o Bill Withers. Lo mejor fue que tuvimos al baterista de Withers, James Gadson. Él ahora está en sus setentas y es el chico más genial. Se sienta relajado, comiendo pescado y papas fritas, y después con sus increíbles baterías. Él es mi baterista preferido, así que tenerlo en este disco fue algo personalmente remarcable. 

 

A pesar de toda esta maravillosa diversidad, tal vez el real triunfo de “On my one” es su unidad: cualquier sea el sonido, su corazón, desde el primer rasguido hasta el último, late firmemente el blues. “Así es cómo lo veo”, concuerda Bugg. “El blues es mi género favorito. Ya sea soul o hip hop, todo parece una ramificación del blues de todas formas. Para mí el blues sólo significa cantar tus emociones y expresar tu dolor para que otros puedan sentirlo. Esa es la belleza de la música. Es lo que me gusta pensar que he hecho con este disco”.

 

Haber hecho tres álbumes a los 22 años no es ninguna proeza. Pero hacer uno sólo como “On my one”, que cambia de forma de blues a pop, de rap a folk y de soul a country a través de una composición consistentemente genial es remarcable. Como el mismo Bugg dice: “no es malo para un pobre chico de Nottingham”.